Cuadro de Murillo |
Pese al rechazo que genera el tráfico de influencias, los casos de soborno o la prevaricación, la corrupción apenas pasa factura a los políticos en las urnas debido a esa creencia de que "todos son iguales" y, por tanto, da igual a quién votar. En épocas de crisis económica es cuando más indignación provocan estas prácticas y los índices de percepción de la corrupción así lo indican. Así lo indica el informe de Transparency Internacional correspondiente a 2013 respecto a España:.
"España ha mostrado un claro descenso en el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2013, dado que en 2012 había obtenido una puntuación de 65, y el puesto número 30 entre los 176 países analizados, y en el último IPC obtiene una puntuación de 59 (6 puntos inferior) y ha descendido 10 puestos en el citado Índice, quedándose en el puesto número 40 del ranking global. Este descenso viene a romper la evolución mostrada por España en los últimos años en el IPC, ya que venía experimentando unas puntuaciones relativamente estables: En 2009 obtuvo una puntuación de 6´1 sobre 10, en 2010 también 6´1 sobre 10, en 2011: 6´2 sobre 10, y en 2012: 65 sobre 100, mientras que en esta última edición ha pasado a tener la puntuación más baja en los últimos quince años, no alcanzando los 60 puntos (ó 6 sobre 10); es una puntuación similar a la del año 1997 (año en el que se inició la mejora en los datos de percepción de corrupción tras la creación de la Fiscalía Anticorrupción y el cambio de Gobierno, con las promesas de regeneración democrática)".