viernes, 27 de diciembre de 2013

Entre la picaresca y la corrupción

Cuadro de Murillo
Algo habremos hecho mal cuando un ladrón se hace cantante y se convierte en éxito de ventas. O cuando un ex banquero que pasó años en la cárcel se transforma en líder de opinión tras ser contratado como tertuliano en televisión. O cuando las grandes cadenas pagan dinero al familiar de un asesino para que explique su vida. O cuando una joven se hace millonaria por contar las miserias de la familia de su ex novio. No en vano somos el país de la picaresca, en su día género literario y, actualmente, mediático. Ocurre que la frontera entre la picaresca, que la Real Academia Española define como "forma de vida o actuación aprovechada y tramposa", y la corrupción es muy difusa y, si bien vemos con simpatía la primero -¿cómo si no arrasaría en las taquillas una película como "Torrente"?- ya no nos gusta tanto la segunda, sobre todo cuando se hace a gran escala, es decir, desde los poderes públicos, en connivencia o no con empresas privadas.
Pese al rechazo que genera el tráfico de influencias, los casos de soborno o la prevaricación, la corrupción apenas pasa factura a los políticos en las urnas debido a esa creencia de que "todos son iguales" y, por tanto, da igual a quién votar. En épocas de crisis económica es cuando más indignación provocan estas prácticas y los índices de percepción de la corrupción así lo indican. Así lo indica el informe de Transparency Internacional correspondiente a 2013 respecto a España:.
"España ha mostrado un claro descenso en el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2013, dado que en 2012 había obtenido una puntuación de 65, y el puesto número 30 entre los 176 países analizados, y en el último IPC obtiene una puntuación de 59 (6 puntos inferior) y ha descendido 10 puestos en el citado Índice, quedándose en el puesto número 40 del ranking global. Este descenso viene a romper la evolución mostrada por España en los últimos años en el IPC, ya que venía experimentando unas puntuaciones relativamente estables: En 2009 obtuvo una puntuación de 6´1 sobre 10, en 2010 también 6´1 sobre 10, en 2011: 6´2 sobre 10, y en 2012: 65 sobre 100, mientras que en esta última edición ha pasado a tener la puntuación más baja en los últimos quince años, no alcanzando los 60 puntos (ó 6 sobre 10); es una puntuación similar a la del año 1997 (año en el que se inició la mejora en los datos de percepción de corrupción tras la creación de la Fiscalía Anticorrupción y el cambio de Gobierno, con las promesas de regeneración democrática)".
 Las razones de este descenso, indica el informe, son muy complejas:
"Por una parte, parece que los sistemas de control se han mostrado más eficaces y han aflorado muchos casos; por otra parte, las denuncias de los medios de comunicación y el relevante eco social y atención prestada a los casos ahora aflorados han influido intensamente en la percepción ciudadana, generando un estado de indignación generalizado, máxime en un año donde los efectos de la crisis económica y los recortes sociales han sido tan duros para la inmensa mayoría de los habitantes de España; finalmente, aunque el enfriamiento de la economía, especialmente en el sector urbanístico, permite pensar que los casos de corrupción se han reducido en ese ámbito, la lentitud de las sanciones penales, la baja intensidad de las penas en casos de corrupción relevante, la expansión de los escándalos a las instituciones clave del Estado, y la sensación de impunidad explican bien la percepción de que se ha perdido una década en la lucha contra la corrupción en España y que el Gobierno no parece decidido a afrontar seriamente el problema. En manos del ejecutivo está cambiar esta tendencia".
Decía al principio que la picaresca ha sido género literario, mediático y más recientemente, se ha convertido en una especialidad periodística. Os aconsejo que echéis un vistazo a la web de Francisco Canals, experto en ciberdelitos y fraudes. Dirige la Agencia para la Picaresca donde se analiza el auge de los denominados "robos hormiga", el espionaje conyugal, los fraudes en ofertas de empleo o el "misterio de los restaurantes chinos".

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