lunes, 1 de agosto de 2016

El (¿maldito?) inventor de las notas a pie de página

"El Venerable Beda traduce a Juan", por James Doyle Penrose
San Beda (672-735) era un monje benedictino al que debemos el dudoso honor de ser el inventor de las notas a pie de página. Y digo dudoso porque ¡demonios! cómo rompen el ritmo de lectura esas explicaciones colocadas en la parte inferior de la página. Y encima están escritas con un tipo de letra más pequeña para distinguirlas del texto general, algo que quienes sufrimos de vista cansada no podemos perdonar.
Hace años, con motivo de la edición comentada de "El Quijote" publicada por Francisco Rico, discutí con un amigo sobre el uso y abuso de esas acotaciones. Él era firme partidario pues, según me soltó con cierta altivez, "quizá puedas aprender algo con ellas".
Supongo que ahí está la clave, en la finalidad docente de esas notas. Es decir, que ese tipo de detalles resultan necesarios, por no decir imprescindibles, para el estudioso de la obra de Cervantes, pero no tanto para quien aborda "El Quijote" como ocio u disfrute.
Es cuestión de equilibrio, como todo en esta vida, pues no es lo mismo un par de notas que convertir éstas en un libro paralelo. Aunque es mucho peor si esas aclaraciones están situadas al final del libro. Recientemente hubo un debate muy intenso en Twitter al respecto.
Parece ser que San Beda era un obseso de las aclaraciones, las acotaciones, las explicaciones, los detalles... Así lo recuerda la "Guía literaria de Londres", publicado por Ático de los Libros. Este monje escribió una historia sobre Inglaterra basada en nada menos que 596 fuentes documentales pues indagó sobre "las fuentes de sus fuentes". Admirable.