sábado, 31 de diciembre de 2011

Una imagen de esperanza para 2012

Yo también creo que el periodismo está desnortado hoy en día. Pero hay reportajes que te reconcilian con la profesión. No son grandes exclusivas, sino historias humanas llenas de esperanza. Mi amiga Montse Martínez escribió hace varias semanas un reportaje titulado "Un milagro en tres meses" http://elperiodico.com/es/noticias/internacional/milagro-tres-meses-1217963 donde aparecen imágenes de bebés somalís antes y después de ser atendidos por las ONG. Muerte y vida, en dos palabras. Las fotos, muy merecidamente, aparecieron en la portada de su diario.
Oxfam.org

¿Se cura la heterosexualidad?

Homenaje a los gais en  la Ciutadella
A mí me parece tan absurda la pregunta que da título a esta entrada como plantearse si la homosexualidad tiene cura. Unos grandes almacenes vendían un libro donde se trata esa condición sexual como una enfermedad, lo que ha causado una gran polémica. El daño colateral es que se ha dado una publicidad gratuita a ese escritor, un perfecto desconocido hasta la fecha. Denunciar injusticias tiene esos efectos colaterales, pero hay que seguir haciéndolo. A los "skin heads" que mataron a golpes a un transexual en el parque de la Ciutadella de Barcelona en 1991 les encantaba aparecer en los medios de comunicación porque, al parecer, eso les daba notoriedad entre sus insustanciados colegas. Hoy, un monumento recuerda esa atrocidad a escasos metros de donde ocurrió el asesinato. Visitarlo emociona.

Sebald y Amazon

Estoy segura de que si W. G. Sebald viviera hoy, sería bloggero. Quienes conocen la breve pero maravillosa obra de este escritor nacido en 1944 en Baviera -murió en 2001 víctima de un accidente de tráfico- saben de su costumbre de ilustrar sus libros con fotos personales, tal como se hace en la red. Lo que no tengo tan claro es si Sebald se habría aficionado a los libros electrónicos. La prensa publica que la compañía norteamericana Amazon ha vendido en solo una semana un millón de tabletas Kindle. ¿Significa eso que la gente lee más o que resulta un regalo muy socorrido para estas Navidades? Yo creo que ni una cosa ni la otra. Porque, como reconoce la propia empresa, el volumen de ventas ha sido inferior al esperado. Además, todavía es pronto para determinar si este tipo de soporte resulta pedagógico. Sigo pensando que una estantería llena de libros sigue llamando más la atención de un niño, pues le permite manejar, revolver, hojear, rayar... Un libro electrónico me sigue pareciendo algo demasiado inmaterial. Pero ¿qué sé yo? Mi amigo Jordi, lector voraz, se ha comprado una tableta de este tipo. Y eso sí que me ha despistado un poco...

Regreso al Mundial

11870.com
Un paseo por el barrio del Born de Barcelona bien vale un pequeño desvío, el que lleva al Bar Mundial, en el número 1 de la plaza Sant Agustí. Excelentes tapas en un local auténtico donde los camareros te avisan si se te ha ido la mano con el pedido, todo un rasgo de honradez. Porque los platos son más que generosos y el precio, muy asequible. Hay quien lamenta que haya perdido su condición de bar donde se hace el vermut para convertirse en restaurante. Yo lo visité por primera vez hace casi doce años, junto a otros periodistas que hacíamos información sobre tribunales y sucesos, porque el Mundial está muy cerca del Palacio de Justicia del paseo Lluís Companys. Hoy he vuelto y me ha gustado mucho.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Crónicas de la Cataluña profunda

(Artículo que publiqué en ABC el pasado 12 de diciembre)

El excelente libro del periodista Joe Bageant «Crónicas de la América profunda», además de pegarle un revolcón al demagogo Michael Moore, analiza los motivos que llevan a la clase trabajadora de ese país a apoyar en las urnas el capitalismo darwiniano que defiende el Partido Republicano. Salvando las distancias, se podría establecer cierto paralelismo con el aumento del voto a CiU y PP en la Cataluña profunda, sobre todo en el área metropolitana. Y que nadie se ofenda por la expresión, porque los americanos utilizan calificativos mucho más peyorativos para quienes viven en zonas industriales o rurales. El votante asalariado ha recibido mensajes muy confusos por parte del partido que supuestamente debía proteger sus intereses, pues el socialismo, en su versión catalana, pasó de ser obrero a estar representado por una elite urbanita liderada por Pasqual Maragall y sus amigos intelectuales de Ciutadans pel Canvi, grupo éste último en vías de disolución.
El testigo de esa socialdemocracia aburguesada, ya en tiempos del nada esnob José Montilla, fue recogido por jóvenes como Laia Bonet o Jaume Collboni, miembros de una generación perdida denominada «blackberry». Que estos chicos bien le pidieran el voto a los trabajadores de la SEAT chirríaba tanto como que un pijo de Wall Street buscara complicidades en un pueblo de Virginia.
Al igual que en Estados Unidos, el error de bulto de la izquierda ha consistido en tratar como clase media a la clase trabajadora, fomentando el gasto sin límite tanto a nivel público como privado —¿pudo el PSC regular las hipotecas abusivas? ¿puede concebir un votante socialista que su partido indulte a un banquero delincuente?—. Hasta que la crisis hizo inventario de los bienes que realmente posee un asalariado, muy pocos. Ello propició el giro hacia un conservadurismo que encaja con las políticas de seguridad e inmigración defendidas por el PP, o hacia el fundamentalismo (tan americano en su versión religiosa) que predica Artur Mas consistente en prometer el paraiso fiscal o una vida plena fuera de España. El PSC intentó acercarse a ese credo soberanista cuando gobernaba con ERC, y ya se sabe lo que pasa con la fe del converso.
Soberanismo, socialdemocracia, intelectualidad... Corren malos tiempos para la transversalidad política y nada cambiará tras el congreso que el PSC celebrará el próximo fin de semana si sus futuros líderes no rearman su discurso para adaptarlo a esa Cataluña profunda y real. Lo contrario abocaría al partido a un nuevo cierre en falso, como ocurrió en el cónclave de Sitges de 1994.