Los bigotes están de moda, dicen los cazadores de tendencias. No así en la época de Frida Kahlo, pero esta pintora inclasificable -hay quien identifica su obra con el surrealismo, pero yo veo un cierto fauvismo trágico- hizo de su vello facial una seña de identidad. Hay dos teorías sobre esa resistencia a depilarse. Una es que en México, ser peludo era sinónimo de ascendencia española, es decir, de clase social pudiente, pues los indios aztecas no tenían vello en el cuerpo. Sorprende que una activista del comunismo como fue Frida Khalo pretendiera esa ostentación, a no ser que su entusiasmo por las tradiciones mexicanas incluyera este tipo de demostración.
La otra explicación apunta a su marido, el también pintor Diego Rivera, quien al parecer le excitaba sexualmente el bigote de Frida. Una argumentación más plausible, que no contradice el gusto por la provocación de la artista.
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