"El Venerable Beda traduce a Juan", por James Doyle Penrose |
Hace años, con motivo de la edición comentada de "El Quijote" publicada por Francisco Rico, discutí con un amigo sobre el uso y abuso de esas acotaciones. Él era firme partidario pues, según me soltó con cierta altivez, "quizá puedas aprender algo con ellas".
Supongo que ahí está la clave, en la finalidad docente de esas notas. Es decir, que ese tipo de detalles resultan necesarios, por no decir imprescindibles, para el estudioso de la obra de Cervantes, pero no tanto para quien aborda "El Quijote" como ocio u disfrute.
Es cuestión de equilibrio, como todo en esta vida, pues no es lo mismo un par de notas que convertir éstas en un libro paralelo. Aunque es mucho peor si esas aclaraciones están situadas al final del libro. Recientemente hubo un debate muy intenso en Twitter al respecto.
Parece ser que San Beda era un obseso de las aclaraciones, las acotaciones, las explicaciones, los detalles... Así lo recuerda la "Guía literaria de Londres", publicado por Ático de los Libros. Este monje escribió una historia sobre Inglaterra basada en nada menos que 596 fuentes documentales pues indagó sobre "las fuentes de sus fuentes". Admirable.
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