Decía Julio Camba, en otro libro igualmente imprescindible, "La ciudad automática", que en Estados Unidos todo se hacía a lo grande, incluidos los crímenes y los desastres naturales. La exhibición de la pobreza y del lumpen podrían incluirse en esa grandilocuencia.
Sante habla del "parque temático de la pobreza" en el que se convirtieron barrios tan legendarios como Bowery, Chinatown o Five Points. Y lo hicieron en época muy tempranas, a finales del siglo XIX , cuando ya se organizaban tours turísticos por esas zonas depauperadas:
"Las visitas guiadas por Chinatown se pusieron de moda en la década de 1890, y muchos embusteros del East Side se ofrecieron como expertos y condujeron a burgueses aventurados por callejones estrechos, entreteniéndolos con mentiras fantasiosas, y luego los llevaban a un restaurante occidentalizado, el Chinese Delmonico's, para que comiesen algún plato tan poco auténtico como el chop suey, que aun así los visitantes encontrarían de un sabor extraño".La primera vez que fui a Nueva York con mis amigas Laura y Carol, a finales de los noventa, pagamos por una excursión organizada a Harlem, convencidas de que así no correríamos peligro. Fuimos el hazmerreir de nuestros conocidos, pues esa zona al norte de la ciudad había dejado de ser peligrosa años atrás.
La lección que extraigo de todo ello es la fascinación que genera la pobreza y cómo los americanos han sacado negocio de ello. ¿Seríamos capaces de hacer lo mismo en España? ¿Se hubieran admitido un bus turístico en el desaparecido barrio de Can Tunis? ¿Recorrer en barrio chino en sus épocas más duras fue un reclamo turístico? Posiblemente sí. Pero creo que la gentifricación ha sido más rápida en Barcelona que en Nueva York y el Raval es un buen ejemplo de ello. ¿Tapar la misería o aprovecharse de ella? Ni lo uno ni lo otro, pero, lo confieso, leer sobre los bajos fondos neoyorquinos me ha encantado.
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