
-¿Tiene tanta afición como cuando empezó?
-Más.Cuando era joven era una tonta.
-¿Se entrega por afición o por responsabilidad?
-No hago las cosas a medias.
-¿Nunca se ha equivocado?
-Yo, hablo sólo de los que sé; cuando no sé, no hablo.
-¿De qué no sabe nada?
-No sé construir una casa, no sé física; hay muchas cosas de las que no sé.
-¿De qué sabe más?
-De todo aquello que emociona.
-Para eso hace falta un corazón fuerte.
-Fuerte y grande, no duro.
Poco a poco he ganado su confianza. El ensayo continúa. Sugiere ahora que estaría mejor una cortina que el plafón de una calle.
-Hace treinta años -digo- no hubiera sospechado charlar con usted. ¿Ha pensado en los que se emocionaron viéndola en la pantalla?
-Sí, pero usted está vivo, aquí, y no se ha desmayado.
-¿Y si me desmayo?
-Haría todo lo posible por recuperarlo.
-Gracias, Marlene...
Definitivamente, con Manuel del Arco, lo breve era dos veces bueno.
jajajajajja gracias Maria Jesus!!!! me encanta que haya gente que aun recuerda a mi abuelo :-) te invito a ver mi blog www.manueldelarco.com
ResponderEliminarbesos y gracias!