jueves, 1 de agosto de 2013

Periodismo, juguete de millonarios

Pocas profesiones hay tan egocéntricas y endogámicas como el periodismo. Tanto, que tendemos a pensar erróneamente que los males de esta disciplina son coyunturales -nos afectan aquí y ahora-, cuando en realidad, se arrastran a lo largo de los años. La crisis, el control de los medios de comunicación o la censura constituyen un debate atemporal, como lo demuestra G. K. Chesterton (1874-1936), quien en 1908 escribía así en su libro "Ortodoxia" (Acantilado)
"Y nosotros mismos hemos confiado hasta el último momento en los periódicos como órganos de la opinión pública. Hace muy poco que algunos hemos reparado (y no de manera paulatina, sino con un sobresalto) en que evidentemente no lo son, sino que se trata sólo del juguete de un puñado de millonarios".
G. K. Chesterton
"Quienes dominan el mundo moderno son los nuevos gobernantes, el capitalista o el editor. No hay peligro de que un rey moderno intente saltarse la Constitución, es más probable que la pase por alto y conspire a sus espaldas; no se aprovechará el poder real, es más probable que se aproveche de la impotencia real, del hecho de que está a salvo de las críticas y la publicidad. El rey es el individuo más privado de nuestra época".


Y concluye:
"No será necesario que nadie combata una propuesta para imponer la censura a la prensa. No necesitan que se censure la prensa. Es la propia prensa la que ejerce la censura".
Titánico esfuerzo es el que, de forma implícita, pide Chesterton al periodista, pues liberarse de la censura exige romper las ataduras de quienes ostentan el control económico de los medios de comunicación. ¿Hay esperanza? Depende del propio periodista.




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