viernes, 26 de abril de 2013

El exhibicionismo de Gerald Brenan

Gerald Brenan y Dora Carrington
El escritor británico Gerald Brenan murió en 1987, pero no fue incinerado hasta 2001, pues había donado su cuerpo a la ciencia. Sin dudar de su generosidad, su gesto tiene algo de exhibicionista y supone una metáfora de su afición a exponer los detalles de su tormentosa vida sexual. La editorial Confluencias ha publicado en España "Gerald Brenan. Diarios sobre Dora Carrington y otros escritos (1925-1932)", donde explica la relación amor-odio mantenida con esta pintora.
Brenan es uno de los satélites de Bloomsbury, ese grupo de intelectuales integrado por las hermanas Virginia Woolf y Vanessa Bell, Lytton Strachey, Roger Fry o Maynard Keynes, entre otros. En respuesta a la crespuscular moral victoriana, las relaciones personales vividas en Bloomsbury carecían de reglas, de forma que Carrington, enamorada del homosexual Strachey, con quien convivía, aceptaba las aventuras de éste e incluso aceptó casarse con Ralph Partridge para agradarle. La pintora mantuvo a su vez diversas relaciones sin exclusividad, algo que Brenan nunca aceptó y así lo confiesa en sus diarios, donde destila sufrimiento, obsesión, celos, posesión e incluso masoquismo.
Las escenas protagonizadas por Brenan no eran toleradas por Strachey, quien llegó a prohibirle la entrada en su casa, pues su conducta era contraria al espíritu libre de Bloomsbury. Carrington se suicidó tras la muerte de Strachey en 1932, víctima de un cáncer de estómago.

En sus diarios y cartas, un compendio de pornografía sentimental destinado según se intuye a ser publicado, exhibe Brenan su incapacidad para estar solo, así como sus relaciones con prostitutas a las que utilizaba para apaciguar el vacío que la indiferencia de Carrington le provocaba. Relaciones diría casi adictivas. Condescendientes. Clasistas. El sufrido e insufrible Brenan, miembro de la alta sociedad inglesa, pudo dedicarse a escribir gracias a la pensión y la herencia de su tía abuela, la baronesa Adeline von Roeder:
"Las prostitutas no me resultan atractivas físicamente, pero sí las dependientas, quienes sin lugar a dudas, eran menos interesantes. A menudo me bastaba el hecho de que fueran mías siempre que yo quisiera"
A Brenan le fascinaba las clases sociales bajas y eso le condujo, junto a un instinto aventurero que no puede negársele, a vivir en un pequeño pueblo de la alpujarra granadina, Yegen, donde dejó embarazada a su criada. Pero como en tantos otros casos, es necesario separar la vida y la obra, y a Brenan le debemos un sincero amor hacia España y dos magníficas obras sobre nuestro país: "Al sur de Granada" y "El laberinto español". Sus restos descansan en Málaga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario