viernes, 5 de julio de 2013

Burka, velo y San Pablo

Mujeres con burka (Amnistía Internacional)
Difícil decir "sí" o "no" a la prohibición del burka que Francia aprobó hace varios años, con la consiguiente condena de Aministia Internacional -considera que es una violación de los derechos a la libertad de expresión y la religión, y que potencia el riesgo de que la mujer sea recluida en casa-, y que ahora está a punto de implantarse en Cataluña, con el rechazo de SOS Racismo. El debate político en torno al uso del velo integral en una comunidad autónoma donde hay asentado un importante colectivo musulmán, viene de lejos y, tras varias intentonas, el Gobierno catalán está decidido a regular esta indumentaria. Existe un precedente, el del Ayuntamiento de Lérida, el primero en España en prohibir el "burka" y el "niqab", pero la normativa aprobada fue anulada por el Tribunal Supremo por entender que esa materia de carácter religioso no puede ser regulada por una ordenanza municipal, sino por una ley del Parlamento catalán. Así lo hará la Cámara catalana, a instancias de la Generalitat, tras afrontar el dilema sobre qué departamento debía ocuparse de este delicado asunto y, de paso, cuál de ellos se atribuía el mérito: ¿Bienestar Social, por la vía de la inmigración y la protección de la mujer?; ¿Vicepresidencia, por tratarse de un asunto religioso?; ¿Interior, por cuestiones de seguridad? Finalmente se ha decantado por este último y avanza que prohibirá el velo integral en espacios públicos.
De esta forma se soslayan reproches sobre una supuesta vulneración de la libertad de culto o la contradicción que supone pretender garantizar los derechos de la mujer, cuando en España, las monjas católicas son obligadas a llevar velo, prenda que no es equiparable al "burka", pero que está prohibido en las escuelas públicas francesas.
Leo en el demoledor "El libro prohibido del cristianismo" (Editorial Robinbook), escrito por Jacopo Fo, Sergio Tomat y Laura Malucelli, que la costumbre católica de que la mujer se cubra la cabeza se debe a San Pablo, quien entre otras lindezas, aseguró que la mujer debe someterse al marido "porque el hombre es su cabeza", por lo que las mujeres casadas deben cubrirse la cabeza. De lo contrario, dijo el de Tarso, "faltarían el respeto a los ángeles". Los autores precisan que "de este absurdo nació la costumbre de no admitir en la iglesia a las mujeres con la cabeza descubierta, y de obligar a llevar velo a las viudas y monjas".
De las distintas regulaciones que los distintos países europeos han hecho sobre el velo islámico trata un artículo publicado por el diario "El País"

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