La casualidad ha querido que coincidan en el tiempo la acción desesperada de un
albañil en paro que "quería matar políticos" y que disparó contra dos policías en Roma, y el lanzamiento de un proyecto audaz y polémico,
"La Revolución de los Ángeles". Se trata de cortometraje de ficción ideado por Oriol Clavell en el que enfermos terminales sin nada que perder matan a políticos en un país dominado por la corrupción y el desempleo. La producción, que busca financiación mediante el micro-mecenazgo, ya ha recibido críticas sobre un supuesta incitación a la violencia, algo bastante absurdo si se tiene en cuenta que se trata de una recreación, como tantas otras que se han llevado al cine, como por ejemplo la película "V de vendetta", inspirada en el cómic de Alan Moore, que tiene como protagonista al subversivo "V". Oculto tras una máscara de
Guy Fawkes, este revolucionario lucha contra un régimen totalitario mediante técnicas que bien pueden calificarse de terroristas. Esa máscara es muy utilizada en manifestaciones y protestas antisistema actualmente.
Sin embargo, esa nueva producción invita a reflexionar sobre dónde están los límites de la resistencia humana o hasta dónde puede el hombre aguantar situaciones que pueden acabar en degradación. En una entrada anterior de este blog titulada
"De como el desempleo puede convertirnos en verdugos" citaba a Hannah Arendt, de la que siempre se extraen valiosas lecciones. Esta pensadora cita a Montesquieu, quien sostiene que "las leyes gobiernan las acciones de los ciudadanos y las costumbres gobiernan las acciones del hombre". Para luego advertir de que:
"La caída de las naciones empieza por el socavamiento de la legalidad, ya sea porque el gobierno que ostenta el poder abusa de las leyes o porque la autoridad de su origen se hace dudosa y cuestionable. En ambos casos, las leyes dejan de considerarse válidas".
En sus escritos, Arendt analiza la estrecha frontera que convierte a un terrorista en un héroe cuando el objetivo de sus acciones es el totalitarismo. Sólo recordar que tras la creación del Estado de Israel, responsables de actos terroristas cometidos contra la presencia británica en Palestina se convirtieron después en gobernantes del nuevo país judío.
Según Arendt, la libertad es consustancial al ser humano y la justicia, al ciudadano, lo que induce a plantearse qué es más importante, lo primero o lo segundo. ¿Qué ocurre cuándo se pierde la libertad? Pues muy posiblemente que el concepto de justicia se relativice, por lo que es posible que reaccionar ante el creciente paro, los desahucios, la corrupción o la insolidaridad mediante métodos delictivos pueda llegar a ser tolerado e incluso admirado socialmente. Y tal como están las cosas, ya hay cada vez más personas que se preguntan: "¿Por qué no ha estallado (aún) la violencia en España?". Así se titula un interesante artículo publicado en
Yorokobu en el que los expertos atribuyen la relativa paz social existente en nuestro país a la dispersión de la identidad social, la percepción de que no se han agotado las alternativas no violentas, el endurecimiento policial preventivo o la falta de una chispa que encienda realmente la mecha social.