
Nada de eso puede ocurrirle a la inglesa Tilda Swinton (Londres, 1960). Imponente, gélida, inclasificable, interesantísima actriz, cuya fuerte personalidad no admite la dictadura de la moda. Ello no significa que renuncie a determinados estilismos, pero que nada tienen que ver con los de una clásica "it girl".
Hija de militar y de una "lady" australiana, su linaje familiar se remonta a la edad media. Con este bagaje, parecía destinada a ser la protagonista de la versión cinematográfica de la novela "Orlando" escrita por Virginia Woolf, con quien Swinton comparte languidez, esnobismo y clase social. También el culto al amor libre de Bloomsbury, grupo al que pertenecía la escritora, pues aseguran que entre la artista y su marido no existen normas matrimoniales. Tampoco las hay en la vida de David Bowie, otro excéntrico que ha regresado al mundo de la música con un vídeo en el que aparece la actriz. Y es que el cine se le queda pequeño a esta artista polifacética, a la que se ha podido en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) durmiendo dentro de una urna de cristal como parte de una "performance" de la artista Cornelia Parker.