miércoles, 5 de septiembre de 2012

La economía considerada como una de las bellas artes

"Las señoritas de Avignon" de Picasso
Beatriz Webb, miembro de la Sociedad Fabiana -movimiento socialista británico- dijo que John Maynard Keynes "no trata los problemas económicos seriamente; juega al ajedrez con ellos en sus horas de ocio. La estética es su único culto serio". Lo cual induce a pensar, atendiendo a la visión multidisciplinar con la que puede ser abordada -política, social, histórica, científica e incluso religiosa...-, que la economía también puede ser considerada también como una de las bellas artes. Vivimos en un momento de gran confusión debido a la grave crisis económica que azota a Europa y castiga especialmente a España. Nos sentimos incapaces de entender muchas cosas y, a menudo, observamos las teorías económicas sobre la recesión como esas pinturas abstractas que no sabemos interpretar, pero nos arrancan una sensación de rechazo o de agrado. Dicho de otra manera, ante ese aluvión de citas, reflexiones o augurios monetarios, abrazamos una doctrina económica por una cuestión de fe o de sentimiento. Y siendo muy reduccionistas, al final elegimos como solución o el keynesianismo, que defiende el gasto público como factor de crecimiento económico y de empleo, o las teorías clásicas que aseguran que el mercado ya es capaz de regularle por sí solo.
Al igual que el arte, la economía registra un movimiento pendular en el que se recuperan estilos clásicos o se vuelven a los modernos, adaptados al contexto histórico correspondiente. Entre una aplicación pura del libre mercado y el intervencionismo absoluto, el abanico de opciones es amplio, como lo ha sido la evolución de la pintura. En su libro "Scandal & Success. Picasso, Dalí y Miró en Estados Unidos" (Editorial Eutelequia), el doctor el Historia del Arte Javier Pérez Segura, explica que los críticos americanos más conservadores aseguraban que el cubismo no aportaba nada nuevo a la pintura pues, en su opinión, era una simple evolución del impresionismo. Que el artista malagueño volviera al realismo durante algunos años fue interpretado por esos mismos detractores como el fracaso de esas corrientes de vanguardia europeas. ¿Está superado Keynes o es el momento económico actual el que impide aplicar sus teorías? ¿Hay que escuchar entonces a Milton Friedman o hace años que el neoliberalismo murió?



En el terreno de la literatura, "El canon occidental" de Harold Bloom (Editorial Anagrama) también venía a descubrir que todo está inventado y que existen unos pocos personajes universales que se repiten, readaptan o inspiran obras posteriores.Como han hecho los premios Nobel de Economía Paul Krugman y Joseph Stiglitz con el legado de Keynes. O como Friedrich Hayek y su alumno Friedman hicieron con el de Adam Smith.
Igualmente difícil es ver en la arquitectura modelos absolutamente innovadores y así lo aborda Edward Hollis en su libro "La vida secreta de los edificios" (Editorial Siruela). Determinados edificios "cambian de forma de un siglo a otro, de modo que las cronologías estilísticas tradicionales que ordenan la historia de la arquitectura son inútiles aquí", afirma Hollis, quien nos habla de la incorporación de elementos modernos a construcciones clásicas, y viceversa. También en la economía, cada experto añade nuevos conceptos a las antiguas teorías. Hollis acaba parafraseando a Bertold Brecht: "Cualquiera puede ser creativo, el desafío es tratar de reescribir lo que han dicho otros".
Pintura, literatura y arquitectura se transforman constantemente y es difícil distinguir si su éxito depende de los críticos o del público. También en economía hay prescriptores de opinión, pero en esta disciplina, más que en ninguna otra, debería ser el ciudadano quien impusiera su modelo a seguir. Es decir, que el cambio económico para superar una crisis tendría que nacer de la propia sociedad. Canalizar ese sentir público es lo difícil -¿habría que readaptar también nuestra democracia?-. Pero si el arte puede ser interactivo, quizá la economía lo sea también en el futuro.

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