domingo, 9 de septiembre de 2012

El desnarigado lord Elgin

El Partenón (wikipedia.org)
Imprescindible para los amantes de la infrahistoria de la arquitectura. Para los mitómanos. Para los aficionados a la arqueología. Para los curiosos. Para quienes desean conocer la trastienda de los grandes monumentos... "La vida secreta de los edificios. Del Partenón a Las Vegas en trece historias", de Edward Hollis (Editorial Siruela) es un apasionante relato entrelazado de las interioridades de trece construcciones que han pasado a la historia por su belleza -la Alhambra, Notre Dame...- o por su fealdad -los Hulme Crescents, el muro de Berlín...-. Muchas de ellas tienen en común haber sido víctimas del expolio, una práctica que tiene hombre propio: Thomas Bruce Elgin, séptimo conde de Elgin.
Cabeza de Afrodita
(cvc.cervantes.es) 
Inglaterra le debe el dudoso mérito de haber arrebatado al Partenón sus principales motivos ornamentales, que hoy se conservan en el Museo Británico. El pérfido conde, aprovechando su condición de embajador en Constantinopla -Grecia permanecía entonces bajo dominio turco- convenció al sultán para que le permitiera llevarse a Londres las esculturas y los frisos que adornaban el gran templo de la Acrópolis y evitar así que los franceses se hicieran con ellos. La excusa oficial fue rescatar esos elementos del deterioro que sufrían. El motivo real, el afán especulador de quien ha sido definido como "pirata" y mercenario. Porque una vez en su poder, lord Elgin acudió a la Cámara de los Lores con la intención de que el Estado le comprara sus mármoles por 62.440 libras esterlinas. "Los lores se rieron en su cara", explica Hollis, y le pagaron la mitad. Pero el peor castigo que sufrió Elgin por sus fechorías arqueológicas no fue económico, pues contrajo una infección en Constantinopla a raíz de la cual, perdió su nariz. Igual que esas estatuas clásicas con las que mercadeó. La maldición del Partenón cayó sobre Elgin.

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