El Gobierno americano acaba de confirmar oficialmente que no existen las sirenas, esos seres fantásticos mitad mujer, mitad pez, que atraían con sus cantos a los marineros hasta hacerlos chocar contra las rocas, donde morían. Aceptemos que el mito no es real, pero sí esa música que suena a fama y glamour y que luego precipita al ser humano contra la crítica de la opinión pública. Me refiero a las portadas de revistas femeninas. Compré el último número de "Vanity Fair" porque en su "cover", junto a la exhuberante actriz Sofía Vergara, se anunciaba una entrevista con el Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, en sus páginas interiores. Krugman ha encontrado un filón en eso de augurar todo tipo de males económicos para España y parece cómodo en su papel de hombre mediático. Rodeado de famoseo, asegura que nuestro país podría salir del euro y asistir a un corralito. En fin, resulta un tanto obsceno.
Menos cómoda parece la periodista Sara Carbonero con las servidumbres de una fama que ella misma ha buscado posando por ejemplo para la revista "Elle" o explotando su belleza en diferentes espots publicitarios. Está en su derecho y obviamente no es incompatible ser guapa y buena profesional. Sara lo es, pero si una persona se acerca demasiado a los focos, corre el peligro de quemarse, no sin antes haber visto magnificados todos sus defectos y meteduras de pata.
Valoremos, no obstante, el esfuerzo de este tipo de revistas por romper de vez en cuando los estereotipos de belleza. Que "Elle" decidiera publicar en portada la foto de esa rotunda actriz y mujer que es Gabourey Sibide fue una buena idea, sobre todo después de que "Vanity Fair" fuera acusada de "racista" por el rotativo británico "The Guardian" por no incluir a ninguna chica de color en su portada de marzo de 2010, dedicada a las nuevas promesas de Hollywood. Pero que Sibide apareciera con la piel aclarada resultó nefasto para la reputación de la revista y para la propia protagonista.
Poco rentable, según confesó la propia revista "Vogue", fue convertir a Adele, alejada también de los cánones estéticos, en "cover girl". La trayectoria vital y profesional de la cantante británica nada tiene que ver con este tipo de revistas, pero no podemos culpar a una profesional de la música de sentirse atraída por esos cantos de sirena del papel couché. Siempre que sea consciente de que ese "alter ego" sometido a mil manipulaciones fotográficas no existe. Como las sirenas.
me ha encantado!
ResponderEliminarvivimos en un mundo irreal. Y nos gusta. Nos gusta vivir con esa capa superflua que distorsiona la base de todo.
Al fin y al cabo, en una medida u otra, todos caemos. Pero todo dependerá de si ponemos límites.
Un beso MJesús!
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