En un capítulo del delicioso libro "Matar a un ruiseñor" de Harper Lee -este año se celebra el 50 aniversario de la no menos formidable película de Robert Mulligan-, la pequeña Scout, hija del abogado Atticus Finch, protagoniza una discusión con su profesora, la señorita Caroline, quien el primer día de clase, le recrimina que ya sepa leer. "Pídele a tu padre que no te enseñe nada más. Es mejor empezar a estudiar desde cero. Dile que en adelante seré yo quien se encargue". Jem, el hermano mayor de Scout, consuela a la niña asegurando que la profesora está introduciendo una nueva forma de enseñar basada en la teoría de que "no hay mucho que aprender en los libros".
He recordado este pasaje porque una maestra de una escuela pública de Andorra ha sido despedida por enseñar demasiado a sus alumnos, pues a los 4 y 5 años, ya sabían leer, escribir, sumar o restar. Detrás de esta historia, dicen, hay diferencias personales con la dirección del centro, pero también un grupo de padres indignados que han exigido su readmisión y que, a juzgar por su reacción, estoy convencida de que también estimulaban intelectualmente a sus hijos en casa, tal como hacía Atticus Finch.
La supuesta modernidad pedagógica de la señorita Caroline evoca también los continuos cambios de criterio a los que son sometidos los planes educativos en España. Muchos aprendimos a leer con la "Cartilla Palau" (ma-me-mi-mo-mu), de la que después se dijo que fomentaba la dislexia. Ahora parece que vuelve a utilizarse. Hacer deberes en casa es hoy habitual, como hace cuarenta años, pero hubo un tiempo en el que se prohibieron porque estresaban al niño.
Pertenezco a la generación del "baby boom" y os aseguro que entonces aprendíamos a leer a la misma edad que los alumnos de esa profesora de Andorra. También hacíamos deberes en casa, el hábitat natural donde, casi de bebés, habíamos empezado a conocer las letras jugando. No creo en el "homeschooling" absoluto, porque los menores necesitan socializarse, pero sí en el decisivo papel de los padres.
Me pregunto si los alumnos de la maestra de Andorra será sometidos ahora a un nuevo sistema de enseñanza que ralentice el buen ritmo que llevaban. Si sus mentes serán tapiadas como el árbol en el que el extraño Bob Radley dejaba pequeños regalos a Scout y Jem en "Matar a un ruiseñor".
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