El bidé del conde Güell
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Hace muchos años existía en Barcelona el Libro de Matrícula de Ciudadanos Honrados, una especie de censo de personalidades candidatas a gobernar la ciudad. Dentro de esa plutocracia catalana no es de extrañar que Joan Antoni Güell llegara a ser alcalde de Barcelona. Lo fue durante 416 días, suficientes para ser testigo de la conflictividad laboral que tuvo lugar a lo largo de 1930 y para dar pie a todo tipo de anécdotas, reales o inventadas, sobre su mandato. El 17 de noviembre de aquel año, Barcelona se sumó a la huelga general convocada en varias ciudades españolas tras la muerte de varios trabajadores que integraban el cortejo fúnebre de obreros fallecidos en el hundimiento de un edificio en Madrid. El periodista Sempronio asegura en su libro "Barcelona pel forat del pany" que el conde Güell ordenó que le llevaran un bidé a su despacho oficial, donde se había habilitado un dormitorio en el que pernoctaría para seguir las incidencias del paro. Este presunto ejemplo de flema aristocrática es recogida por el entonces jefe de protocolo del Consistorio barcelonés, Manuel Ribé, en su libro "Memorias de un funcionario", aunque ni lo confirma ni lo desmiente. "Hubo en ciertos periódicos comentarios con pretensiones jocosas, sobre si trasladó o no no cierto aparato sanitario, lo que nos hizo comprender al señor alcalde y a mí que su uso debía ser, en vez de habitual, como es lógico, verdaderamente excepcional para el periodista que redactó el comentario", afirma quien trabajó para un total de cincuenta alcaldes. En lo que sí coinciden Sempronio y Ribé es en asegurar que el conde Güell suspendía cualquier tipo de actividad oficial para almorzar puntualmente a la una del mediodía.
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