domingo, 23 de noviembre de 2014

¿Hay que cerrar las televisiones públicas?


Se trata de una cuestión que aparece cíclicamente en los medios de comunicación: el alto coste de las televisiones públicas, tanto la española como las autonómicas. El cierre de la televisión valenciana disparó todas las alarmas, pues otras cadenas territoriales también se ven inmersas en problemas financieros. Tal es el caso de Telemadrid, que se salvó "in extremis" o de TV3, que el Gobierno de Artur Mas mantiene a ultranza debido a su gran aportación a la normalización del catalán y, más recientemente, a la causa secesionista que lidera el dirigente nacionalista.
En un almuerzo con periodistas, alguien planteó la posibilidad de cerrar todas las televisiones públicas. "¿De qué sirven si sus audiencias caen en picado?", dijo un compañero. "En las comunidades con segunda lengua es necesario", contestó el más afín al soberanismo catalán. Un debate necesario, contestamos todos, sobre todo después de que en TVE se hayan planteado volver a recurrir a la publicidad para financiarse. La mayoría de los países europeos optan por una financiación mixta, es decir, con aportaciones públicas y privadas. La pregunta es si este modelo atenúa la línea editorial que en ocasiones los gobiernos imponen de forma descarada. Aunque las cadenas privadas también tienen detrás a grandes empresas con intereses particulares.
Efectivamente, las cadenas públicas se convierten en líneas transmisoras del partido político que en ese momento controla el poder, de ahí el rosario de destituciones, nombramientos o dedo o depuraciones que hay en esas emisoras, sin tener en cuenta la valía profesional de los afectados.
Si a este factor se añade el drama laboral que supone el cierre de una cadena -lo vimos en la Comunidad Valenciana-, es obvio que a ningún Ejecutivo interesa aplicar esas drásticas medidas.
El Gobierno español acaba de echar un capote a las televisiones autonómicas, aprobando la deducción del IVA en 2015 para las televisiones autonómicas. Balón de oxígeno, sin duda, pero no aborda el problema de fondo.

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