La Boquería como síntoma

Zumos y frutas en el Mercado de la Boquería (BOQUERIA.INFO)

"La Boquería languidece", me comenta una vecina del Raval de toda la vida. Le doy toda la credibilidad, porque hay que vivir en ese barrio barcelonés situado junto a las emblemáticas Ramblas para hablar con propiedad. "La Boquería languidece", dice. Nadie lo diría, a juzgar por las imágenes de este emblemático mercado municipal lleno de turistas y potenciales clientes. Pues eso, potenciales. Porque, según explica esta amiga y así lo han denunciado las propias tenderas de, hay mucho mirón, pero poco comprador. El Mercado de la Boquería forma parte de las rutas turísticas de Barcelona, lo que ha contribuido a masificar este recinto. Los clientes de toda la vida, los que acudían a comprar buen género desde otros barrios de la ciudad, han dejado de ir por temor a las aglomeraciones. Ahora lo que triunfan son los zumos, que los visitantes extranjeros beben sentados en un bordillo.Veteranas tiendas de frutas se han reciclado en vendedoras de jugos exóticos e invitan a sus compañeros a hacer lo mismo. "Hay que ganarse la vida", dicen.
¿Tradición o modernidad? Ese es debate que se produce en las reuniones de los comerciantes de la Boquería. Difícil asegurar quién tiene razón. Dicen que el responsable del famoso "Bar Pinocho" se ha posicionado al lado de los tenderos de siempre. Defender las esencias de este mercado es muy romántico, pero poco rentable en una época en la que la crisis económica todavía hace estragos. Pero, al mismo tiempo, estar al servicio de un tipo de turismo que gasta poco y jalea mucho -todavía resuena la indignación vecinal del barrio de la Barceloneta, tomada por jóvenes extranjeros aficionados al botellón y que se hacinan en pisos turísticos- puede ir en detrimento de la oferta cultural y gastronómica que siempre ha liderado Barcelona. ¿Dinero fácil o turismo de calidad?