Comparto el artículo que publiqué en ABC el pasado 28 de octubre, con motivo de los registros efectuados en casa del patriarca Pujol. Es una crónica sobre el terreno, es decir, sobre ese "upper Diagonal" que tanto me fascina:
"El barrio donde vive el expresidente catalán Jordi Pujol es muy hostil. Está situado en la zona alta de Barcelona, sí, pero queda atravesado por una ronda con tráfico imposible, sobre todo cuando llueve. Igualmente hostil se muestra el vecindario con los forasteros, en este caso, los periodistas que acudieron a informar de los registros efectuados en la vivienda del matrimonio Pujol-Ferrusola. "¡Qué vergüenza, qué espectáculo!", exclamó un patriota. "¡Viva Cataluña!", gritó una señora que llevaba un ramo de flores en la mano. ¿Iría a visitar a Marta Ferrusola, exempresaria de jardinería? Ironías del destino. Está claro que en el imaginario independentista ha calado la idea, fraguada en el caso Banca Catalana, de que atacar a los Pujol es atacar a Cataluña.
De repente, ¡abran paso! El expresidente y su esposa recorrieron los escasos metros que separaban su portal, protegido con rejas blancas –¿premonitorio?–, de su vehículo. Mientras el chófer les abría la puerta, Jordi Pujol saludaba con la mano, como si reviviera sus tiempos de gloria presidencial. Los investigadores permitieron que estos ancianos enredados judicialmente con el patrimonio familiar se quitaran de en medio. También abandonó el recinto el benjamín del clan, Oleguer, que hace justo un año fue, asimismo, objeto de un registro en su vivienda.
El último en salir fue su hermano mayor, más conocido como "Junior", epicentro de la supuesta trama de blanqueo de dinero y pago de comisiones por adjudicación de obra pública (ayer se registró el domicilio del empresario Carles Sumarroca y la sede en Madrid de la constructora Isolux). Con el brazo en cabestrillo, es la sombra de lo que fue. "¡Chorizo!", gritaron unos trabajadores desde una desvencijada furgoneta a este coleccionista de coches de lujo, con casa burguesa en la Cerdanya. Esta residencia también fue registrada por la Policía Nacional y a la misma se desplazó "Junior", mientras que el letrado Martell asistía a la recogida de documentación en el despacho de su cliente, ubicado en la calle Ganduxer. Desde estas dependencias se ve el restaurante Via Veneto, lugar de encuentro de la burguesía –que no aristocracia– catalana. Fastuosas cortinas tapan los cristales de este establecimiento, donde Convergència cerró muchos acuerdos políticos. Ahora es la bandera independentista la que oculta los turbios negocios de los Pujol, lo cual tiene mucho menos glamour"
El registro de la habitación del hijo, es decir, de Jordi Pujol Ferrusola, comenzó a las 8 de la mañana. Más temprano hubiera sido una descortesía. "Junior" ha vuelto a casa, no por Navidad, sino por una fractura de clavícula. Aunque parece que la estancia será más larga de lo previsto. El trasiego de gente fue constante: los dos fiscales anticorrupción, la secretaria judicial; el abogado del famoseo catalán, Cristóbal Martell... Y agentes de la Unidad Central contra la Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF). Muchos agentes. Doscientos en toda la ciudad, pues la intervención en casa del patriarca Pujol se hizo simultáneamente a otros registros en empresas y domicilios.
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