jueves, 6 de agosto de 2015
Andalucía slow
En estas vacaciones, transcurridas en un paraje a caballo entre Jaén y Granada, conocí a una pareja encantadora formada por una cubana y un jienense nacido en el pequeño pueblo de Belerda. El joven nos explicó que había sido jornalero, un trabajo estacional pero duro que luego da derecho al polémico subsidio agrario andaluz. "Una vida tranquila", dijo. "Slow", pensé yo. Y dura. Resulta curioso que sean los políticos de ciudad que nunca han trabajado en el campo quienes critican las ayudas públicas a esos jornaleros, muchos de ellos de procedencia foránea que aceptan empleos que muchos "nacionales" rechazan. Ayudas de las que solo se benefician 130.000 personas, que consisten en una prestación de 426 euros al mes durante seis meses, de la que hay que descontar los 86 euros que vale el sello agrario. No es fácil vivir con esos ingresos, a no ser que se renuncie al consumismo, a los gastos superfluos, a las apariencias, al lujo... Criticamos el PER (Plan de Empleo Rural) -cuya utilidad hay que desligar de los casos de corrupción investigados-, pero envidiamos las políticas de ayuda social de los países nórdicos.
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