Entre otras prestaciones, CHESS permite a los museos crear y publicar experiencias hechas a medida para los visitantes. Así, a diferencia de las visitas guiadas tradicionales, ofrece historias personalizadas de cada pieza artística con tantos detalles como el usuario haya seleccionado. Los relatos se pueden reforzar con contenido multimedia, 3D y juegos de “realidad aumentada”. "Iincluso en algunos casos los objetos hablarán con el visitante y le invitarán a interactuar con ellos", explica la CE en un comunicado. Al terminar la visita, en la página web del museo, los visitantes encontrarán souvenires, como un vídeo o una foto de su propia historia.
Tanta digitalización, que obliga al usuario a estar conectado literalmente a una máquina, me parece excesiva y desvirtúa la esencia de un museo, ésta es, que el visitante conozca una obra de arte sin intermediarios, y pueda pasear entre joyas de la pintura, la escultura o la arquitectura, al tiempo que piensa, reflexiona o se abstrae. Compartir las sensaciones con un acompañante o un desconocido no puede ser sustituido por una tablet. Y aunque está prohibido tocar las piezas exhibidas, es muy emocionante estar cerca del David de Miguel Ángel o a las Meninas de Velazquez sin una pantalla intermedia. No acabo de ver claro el proyecto CHESS. Ni me parece prioritario.
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