sábado, 26 de noviembre de 2016

Inmigrantes de primera y de segunda



Asiento de "El sevillano"
Tenía una asignatura pendiente que superé hace un par de semanas, consistente en visitar el Museo de Historia de la Inmigración de Cataluña (MHIC), situado en Sant Adrià de Besós, municipio limítrofe con Barcelona. El objetivo era darme un baño de nostalgia, es decir, ver el vagón de "el Sevillano", ese tren con el que los inmigrantes andaluces se trasladaban a la capital catalana en busca de una vida mejor, expuesto en el MHIC.
De pequeña, yo cogí varias veces ese tren --en Sevilla le llamaban "el catalán"-- para ir a ver a mi familia a Linares (Jaén).
Aquellos veranos calurosos en el patio de la casa del pueblo y las escapadas a Almería y su Cabo de Gata todavía virgen, son inolvidables. También lo son los viajes con mi madre en ese "Sevillano" dividido en compartimentos, el trayecto nocturno interrumpido sin piedad por el revisor exigiendo ver los billetes; la primera luz del día, el viajero que te ofrecía comida, la ilusión por llegar a la estación de Linares-Baeza, donde nos esperaba mi tía; los nervios por bajar deprisa el equipaje, pues el tren seguía hasta Sevilla... Obviamente, en aquel entonces no existía el AVE y viajar en avión era impensable, pues los precios y las combinaciones --ni siquiera recuerdo si había aeropuerto en Granada-- eran prohibitivos.