viernes, 10 de julio de 2015

Periodistas "versus" bloggers



Hoy he acudido por primera vez a una reunión de bloggers, convocadas por Interprofit-Brand in Red, a la presentacion de la actriz Norma Ruiz como "brand embassador" de Timefreeze. Se trata de un nuevo programa de congelación de óvulos que realiza la Clínica Eugin y al que esta encantadora treintañera ha decidido someterse. El encuentro ha tenido lugar en un restaurante tan agradable como recomendable, Martínez, situado en la montaña de Montjuïc. El tema, a caballo entre la salud y el famoseo, ha captado la atención de un importante número de "influencers". A medida que escribo este post, me doy cuenta de que el mundo bloggero tiene sus propios códigos. Y también su propia atmósfera. Lo digo porque el encuentro rezumaba camaradería.
He oído a una compañera de mesa comentar que había sufrido la "guerra entre periodistas y bloggers", derivada de un cierto desprecio por parte de los primeros hacia esta nueva forma de comunicación que ha roto el monopolio del periodismo clásico. "Los periodistas nos dicen que somos lo peor", decía esta profesional. Y yo, que procedo de ese mundo, me pregunto: ¿Acaso nos sentimos amenazados por esa hermandad internauta, donde predomina la superespecialización?
El tema me parece apasionante. Creo que ese buen rollo del que hablaba antes se basa en un sentido de la competitividad menor. Es decir, que la rivalidad entre blogguers debe existir, no me cabe duda, pero resulta que cada "influencer" tiene su audiencia, sus tiempos, su estilo. El abanico es amplio y unipersonal. Aquí cada uno controla su producto desde el principio hasta el final. Por contra, el periodismo escrito vive aún del papel, que tiene los días (o años) contados, y de un engranaje empresarial, caro, colectivo y esnob.
Imagino que habrá periodistas que acusen a estas bloggeras de limitarse a vender marcas, de acudir a eventos amables o de practicar una literatura facilona. Doy fe que, en esa reunión con Norma Ruiz, se formularon muchísimas preguntas, la curiosidad era máxima y la interactividad entre la protagonista y las blogueras, constante. No solo de alta política o de sonoros escándalos vive el mundo de la comunicación. ¿Nos hemos vuelto tóxicos los periodistas? No diría tanto. Pero la reunión de ayer invita a reflexionar.

(PD: aquí el uso de Instagram como tarjeta de presentación es imprescindible)

domingo, 5 de julio de 2015

Hipsters integrados

Entretenido libro de Anatole Broyard, que vivió y protagonizó la conversión del Greenwich Village neoyorkino en escenario de los nuevos movimientos culturales y sociales de los años posteriores a la segunda guerra mundial. "Lo más parecido al París de los años veinte" dice Broyard en "Cuando Kafka hacía furor" (Ediciones La Uña Rota). Incluye el artículo titulado "Retrato del hipster" que el autor publicó en 1948 en "Partisan Review". Describe la evolución de esta especie de tribu urbana, renacida hoy, cuya estética se representa muy esquemáticamente con la foto de un barbudo con indumentaria "casual". Una lección sobre las modas que llegan para quedarse o, dicho de otro modo, sobre personajes contestatarios que se acaban incorporando al sistema que prometían transgredir:
"El hipster -antes individualista recalcitrante, poeta underground y guerrillero- se había transformado en un pretencioso poeta laureado. Su antigua subversión, su fiereza, se volvieron tan manifiestamente retóricos que terminaron por ser completamente inofensivos. Se dejó comprar y exhibir en el zoo. Por fin estaba en alguna parte, cómodamente instalado en los garitos más exclusivos, en Carnegie Hall y en Life. Estaban dentro... había regresado al útero norteamericano. Y lo encontró tan antihigiénico como siempre".